Ya hay reconocimiento oficial. El más reciente informe de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) confirma que la recesión ha llegado a las economías de los países desarrollados, y pronostica para los países miembros de esta organización una caída del 0.3% en el 2009. Esto significa un cambio de tendencia para la economía planetaria. En efecto, hasta hace muy pocas semanas si bien los vaticinios anunciaban una fuerte caída del crecimiento mundial para el año próximo, todavía consideraban alguna posibilidad de crecimiento. Todo esto pasó al olvido y ahora se espera una etapa recesiva que será especialmente dura en los EEUU –registrará un descenso del O.9 % en su PBI– y de la que tampoco se librará la eurozona, con un descenso estimado en 0.5%. Esta semana la principal economía de la UE, Alemania, se declaró oficialmente en recesión, al registrar por segundo trimestre consecutivo una caída del 0.5% en su PBI. No existen dudas respecto de que esta crisis de la locomotora de UE arrastrará al resto y empeorará las cifras rojas previstas. El problema es que esta recesión no es igual a otras pasadas, al ser consecuencia de una crisis financiera cuya magnitud y ramificaciones están lejos de conocerse de modo exacto. Ya el reactivado FMI ha advertido que la memoria histórica demuestra que las recesiones que siguen a episodios de crisis en los mercados financieros suelen ser más largas y profundas que aquellas que proceden de ajustes industriales o bursátiles. Lo que quiere decir que aquellos países afectados por las hipotecas tóxicas tardarán más en recuperarse. El mayor peligro es que la recesión se convierta en depresión debido a la restricción del crédito, algo que conoció muy bien Japón en el último decenio. Por ello los bancos centrales de los países desarrollados continúan inyectando circulante. Esta semana el equipo económico de Barack Obama anunció que pondrá en marcha ambiciosos programas de gasto fiscal y Paul Krugman, en su leída columna del NY Times, le aconsejó no quedarse corto, y allí donde había calculado como 1, inyectar como uno y medio, pues el desempleo crece en EEUU, al punto que Paulson y Barnanke –los gurúes del señor Bush– anuncian una revisión de su famoso plan. ¿Y América Latina? Imposible concebir que sus actuales cifras en azul sigan intactas en caso de una crisis profunda en las economías desarrolladas. Los precios de los minerales han comenzado a bajar y eso afectará nuestras exportaciones e ingresos de divisas; al mismo tiempo, en general, se nos comprará menos. No estamos blindados ante la crisis y bien podría aprovecharse el Foro del APEC para estudiar escenarios posibles ante lo que viene. |