Rodrigo Montoya Rojas
La grave crisis de setiembre no ha terminado. Luego de varios fracasos, finalmente el presidente Bush logró el apoyo del Congreso para ofrecer una ayuda de setecientos mil millones de dólares a los grandes bancos y compañías de seguros. Prestaron dinero y no tienen liquidez porque los deudores no pagan. La circulación del dinero en la economía capitalista, que equivale a la circulación de la sangre en el cuerpo humano, tiene gravísimos problemas. Después de los días de casi pánico en setiembre, los ciudadanos comunes y corrientes se preguntan para qué tener dinero en los bancos y si no es mejor guardarlo bajo el colchón. Se agrieta por todas partes la confianza en el "sueño americano", en la seguridad y fluidez del sistema. El gobierno norteamericano no tiene los 700,000 millones de dólares disponibles. Su único recurso es emitir billetes a cambio de bonos, es decir, endeudarse cada día más. China sería ya dueña de por lo menos unos seiscientos mil millones de dólares de una antigua deuda en bonos. El círculo vicioso de una crisis profunda recomienza porque el problema no se resuelve. Cito a un lector de la revista Times que ofrece una frase feliz: "Bravo, Congreso ¡ha probado ahora que nosotros tenemos socialismo para los ricos y capitalismo para el resto de nosotros, ciudadanos ordinarios!" (octubre 27, 2008, p. 12).
El viejo Marx tuvo razón al sostener que el capitalismo terminará sus días agobiado por su propia crisis interna pero se equivocó al creer que él vería esa caída en Europa y no imaginó que el partido proletario expropiaría los ideales de la revolución socialista para confundirlos con los intereses de sus dirigentes. | ||
