| Tiempos de cambios |
El presidente Bush, en la que tal vez sea su postrera aparición importante en la escena internacional, ha convocado a las autoridades de 20 países desarrollados para estudiar la crisis financiera y tratar de poner algo de orden en los enloquecidos mercados. Es que no quedan palabras y conceptos fáciles para explicar cuanto ocurre. Imposible hacerlo cuando las noticias que provienen de los ambientes financieros son peores que las de la víspera, pero mejores que las de mañana. El propio presidente de EEUU, que tanto hizo por desgravar a los ricos de su país, se ha dado cuenta de que sus discursos matutinos no causan el menor efecto. En una de sus recientes columnas, el ahora Nobel Paul Krugman explica que la caída de los mercados continúa porque la solución propuesta por los EEUU no es suficiente, y que, en lo personal, se inclina por la "solución británica": que el Estado compre parte de los bancos y financieras en problemas, separándolas de sus activos tóxicos. El problema consiste en que esa solución, que parecía inevitable, no ha tranquilizado a los mercados y la crisis sigue. Pero ¿qué clase de crisis? No se trata, como algunos ilusos pretenden, del derrumbe del capitalismo. Pero lo que sí ha caído es el neoliberalismo, ese paradigma vigente en los últimos 25 años que definió la articulación entre mercado, Estado y sociedad y que causó tantos estragos en las economías emergentes. Ese modelo, que otorgó al capital privilegios sin precedentes y quiso desregularlo todo, no sobrevivirá al big bang financiero. Ahora se abre una nueva etapa, marcada por un gran desorden mundial y sus características dependerán menos de lo que dicten los países más poderosos que de la forma como se resuelvan las contradicciones sociales que brotarán en los Estados nacionales y en el ámbito internacional. También, es obvio decirlo, dependerá de las políticas que adopten los gobiernos. La respuesta inicial del capital la vemos ya: socializar las pérdidas y garantizar la apropiación privada de los beneficios. Chomsky afirma que "habrá Estado, mucho Estado, pero de los asalariados se hará cargo el mercado". En un mundo donde el proteccionismo se acentuará al compás de la crisis, es imprescindible contar con una estrategia de desarrollo orientada hacia el fortalecimiento del mercado interno y que coloque al país, en lo posible, a salvo de las violentas oscilaciones de los mercados. Y, por cierto, habrá que reconstruir el Estado, destruido y abominado hasta lo indecible en estos decenios de políticas neoliberales. Hay que modificar el régimen tributario y los privilegios de las exoneraciones y acentuar una redistribución de los recursos que permita desarrollarse a las regiones y genere ahorro en las mayorías. El gobierno deberá pasar de las promesas a los hechos y saldar la centenaria deuda causada por el centralismo. |