
Cerro Pucllo. Testimonios de uno de los asentamientos más pobres de Lima. Tras la admisión de la titular del MEF, Mercedes Aráoz, de que no alcanzará la meta de la reducción de la pobreza, llegamos hasta este lugar en San Juan de Miraflores para adentrarnos en su dura realidad.
Jean Polo Martel.
Luego de que la ministra de Economía y Finanzas, Mercedes Aráoz, anunciara que el Perú no alcanzará la meta de reducir la pobreza al 30% hacia el 2011 sino que llegará al 33% y que los expertos señalaran que ello significará que cerca de 900 mil peruanos más se mantendrán en ella (debido a este aumento de tres puntos porcentuales), La República recorrió uno de los asentamientos humanos más pobres de Lima para conocer las principales carencias de los más olvidados por este gobierno.
Las víctimas del terrorismo
En las faldas del cerro Pucllo, ubicado en el AH 7 de Enero de San Juan de Miraflores, Honorita Tuerocumza (37) vive en un pequeño corralón junto a su longeva madre y sus cinco pequeños. El mayor apenas supera los siete años.
Desde que llegó a la capital un verano de 1990, huyendo de la masacre del terrorismo en su natal Ayacucho, afrontó una realidad durísima propia del migrante que busca un futuro mejor. “Aquí no llega ningún ministro, ni la ministra de Economía para escucharnos. Nos falta todo: agua, luz, ropa, alimento, trabajo. Desde hace años estamos así y a nadie de este gobierno ni a ninguna autoridad parece interesarle”, afirma en un castellano poco fluido mientras termina de cocinar para su familia. Honorita trabaja lavando y zurciendo ropa. Lo poco que gana, apenas 50 soles semanales, debe distribuirlos adecuadamente para sobrevivir.
El dinero no alcanza
A diferencia de Honorita, Flor Sáenz Robles (33) tiene un esposo quien le ayuda con los gastos de la familia. Sin embargo, su situación laboral es inestable pues nunca llega a encontrar trabajo fijo y así poder alimentar a sus siete hijos.
“Él (su esposo) trabaja a veces de carpintero, albañil, jardinero, cerrajero. Lo que haya pues. Yo le ayudo lavando ropa en las casas, pero lo que ganamos apenas alcanza para comer porque siempre suben los alimentos”, refiere preocupada mientras lava en una batea y sus hijos juegan en la cima del polvoriento cerro.
Unos metros al costado, Petronila Arunaca Wilca (50) apenas puede caminar. Según la humilde cusqueña, un extraño mal no le permite realizar sus labores diarias, lo que es preocupante dado que aún debe criar a dos niños pequeños. “Si algo me pasa, qué será de ellos. Al menos deberían apoyarnos con agua y desagüe para que los niños no se enfermen”, explica Petronila.
Casos como estos forman parte del universo de olvidados del Perú. Urge una reacción inmediata del gobierno para socorrerlos.
Reacciones
"Nos falta agua, luz, ropa, alimento y trabajo. A nadie parece interesarle nuestra realidad”.
Honorita Tuerocumza
Pobladora de SJM
"Al menos, el gobierno debería apoyarnos aquí con agua y desagüe para que los niños no se enfermen”.
Petronila Arunaca
Pobladora de SJM