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A propósito del Día de la Fraternidad y de su natalicio, una mirada distinta a la vida del fundador del partido de gobierno.
Emilio Camacho.
Le decían "compañero jefe". Pero en el partido que fundó en setiembre de 1930 y que hoy está en el poder, Víctor Raúl Haya de la Torre era más que un simple líder. Era –como afirma el dirigente aprista José Luis Delgado Núñez– el "profeta de un movimiento político que se convirtió en religión". Las pruebas de esta devoción partidaria son evidentes. Hoy, por ejemplo, las bases apristas celebran el Día de la Fraternidad, como una manera de honrar la fecha en la que nació Haya de la Torre. Es –si se quiere– la versión aprista de la Navidad. 


Y si bien es inobjetable su influencia en el partido de gobierno, lo que se desconoce es cómo se desenvolvía el fundador del aprismo en otros círculos. Se ignora, por ejemplo, que desarrolló una fuerte amistad con personajes que no compartían su militancia y que estaban ubicados en el extremo opuesto de sus planteamientos.
Hugo Neira es una de estas enigmáticas amistades. Haya de la Torre conoció al ex director de la Biblioteca Nacional cuando este era un joven militante del Partido Comunista (PC). Raúl Porras Barrenechea, uno de los intelectuales peruanos más destacados del siglo XX, fue quien los presentó.
Todo empezó como una curiosidad intelectual del fundador del aprismo. Empezaba la década del 60, y Haya le había pedido a Porras que les presentara a los "jóvenes intelectuales más prometedores del momento". Porras lo hizo, pero le advirtió. "Ninguno es aprista". Haya de la Torre no puso reparos ante esta revelación y así conoció a Pablo Macera, Carlos Araníbar y Neira.
Cuando sus reuniones con Haya se hicieron más frecuentes, Neira se vio obligado a pedir permiso al mítico secretario del PC Jorge del Prado para seguir con esta relación. Del Prado accedió, e incluso le comentó a Neira: "Yo también quisiera entrevistarme con Haya".
"Nunca me hice aprista –cuenta Neira– pero reconozco la enorme inteligencia de Haya. Cuando preguntan cuándo se jodió el Perú yo tengo una respuesta: en el 31 cuando le robaron las elecciones a Haya", dice Neira. Es la inesperada influencia del fundador del Apra en un intelectual comunista.
Agustín Haya de la Torre, actual director de la Agencia Peruana de Cooperación Internacional (APCI), también conoció de cerca al fundador del aprismo. Tenía aproximadamente 10 años cuando lo vio por primera vez. Era 1957, Víctor Raúl volvía de un prolongado exilio en México y podía retomar su relación con sus familiares más cercanos. Agustín, hijo de su hermano José (fallecido en 1955), era desde luego uno de estos parientes cercanos.
Víctor Raúl sorprendía a Agustín con una impensada jovialidad. Era el tío que siempre llegaba tarde a las reuniones familiares, y por el que las fiestas debían prolongarse hasta las tres de la mañana. "Esto implicaba no ir al colegio al día siguiente", recuerda risueño el director de APCI.
Haya de la Torre también demostró a su sobrino su pasión por los fuegos artificiales (sobre todo en Navidad), su gusto por los primeros supermercados que aparecieron en Lima ("El de la familia Olcese") y su fidelidad a la Tiendecita Blanca, café en el que el fundador del aprismo conversaba en más de un idioma con sus diferentes amistades. "Yo descubrí un partido con Víctor Raúl, fue algo natural, pero también a un pariente muy querido. El que daba las mejores propinas, las de 500 soles", dice "Cucho" Haya mientras suelta una carcajada.
EL DATO
Vida austera. Según Agustín Haya de la Torre, el fundador del aprismo fue muy desapegado a los bienes materiales. La propia historia confirma esta afirmación. La única propiedad conocida de Víctor Raúl Haya de la Torre es la casa de Villa Mercedes en Ate Vitarte. Pero este inmueble no fue comprado por el líder histórico del Apra, sino que se lo cedió su hermana menor: Mercedes. Durante un tiempo, Haya solo vivió de los artículos que escribía para revistas europeas.
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