Por Mirko Lauer
Que 47% de los encuestados por Apoyo-Ipsos en el país quiera un candidato nuevo le da un giro al tema electoral. La cifra debe parar orejas, pues elegir un rostro nuevo es lo que el electorado viene haciendo en muchas elecciones desde 1980. El concepto de la escobita nueva es atractivo para el público cuando el gremio político establecido vive bajo ataque.
Hasta el momento los precandidatos ya manyados pueden dormir tranquilos, pues la encuesta nacional no dice que todo ese 47% votaría por el mismo rostro nuevo, y lo más probable es que se reparta. Pero a la vez el mensaje sobre una renovación de personal político es claro: lo novedoso antes que lo tradicional.
En un sistema electoral que no se apoya en partidos bien implantados sino en individualidades, no debe sorprender que los políticos corridos sean vistos solo como el residuo de anteriores elecciones, la mayoría de ellos además apaleados por las campañas de demolición lanzadas por sus rivales. Peor aun si han pasado por un cargo público.
Pero a la vez lanzar un rostro nuevo a la política presidencial, y así seducir al electorado por sorpresa, no es fácil. El candidato tiene que alcanzar un mínimo de reconocibilidad entre la población, y para eso suele contar, por definición, con poco tiempo. Esto se complica si el candidato no tiene una organización fuerte detrás.
¿De dónde saldría mañana un candidato así? Fernando Rospigliosi en Llanta de prensa opina que del centro-izquierda. En efecto es allí que se ubica una mayoría de los encuestados cuando se les pregunta por su ideología. Es donde se ubica también una mayoría de candidatos ganadores, por lo menos hasta el momento de la victoria.
A casi dos años de las elecciones generales cabe también preguntarse dónde está hoy ese candidato. Debemos suponer que no necesariamente ganaría, pero sí tendría un papel decisivo para el proceso político. Como le sucedió por un tiempo a Ollanta Humala, el más reciente caso de rostro nuevo con capacidad de llenar urnas.
Existe ya sobre el terreno por lo menos una media docena de figuras nuevas que parecen decididas a llegar hasta el final. Sin embargo no son las de centro-izquierda las que más suenan. La sonaja mediática de lo nuevo se mueve más por el lado del radicalismo o el autoritarismo. La sensación es que todos ellos han partido demasiado temprano.
La hipótesis que más estimula la curiosidad es que ese rostro nuevo pertenece a alguien a quien nadie conoce todavía, y que quizás ni siquiera sabe él mismo que será candidato o candidata. Ya no solo, pues, un rostro nuevo, sino el rostro de alguien a quien recién acabamos de conocer. ¿Es buena idea? Póngase la mano en el pecho, y mire a los candidatos que hay.