Cuarenta años han pasado: el movimiento de Mayo del 68 llega a la edad madura. ¿Se trata de una "revolución fracasada", monserga que se repite demasiado a menudo? ¿Un período sombrío, primera piedra de los terrorismos europeos de los años 70? ¿O un "peligroso psicodrama colectivo", como lo definió Raymond Aron? ¿La "inmoral herencia a liquidar de una vez por todas", como prometía Nicolás Sarkozy durante su triunfante campaña electoral para ganarse al electorado francés ultraconservador? En la dulce edad de la revolución, ríos de tinta han corrido y el enigma aún subsiste: ¿Qué pasó en mayo de 1968?
Por: Alfredo Vanini
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Objeto de generalidades y lugares comunes, la complejidad de este momento histórico, que aún suscita adhesiones apasionadas como rechazo visceral, tiene el carácter y la fascinación de un hermoso relato que hemos leído cientos de veces, pero al que inevitablemente siempre deseamos volver. Un movimiento que se desarrolló en los márgenes de la política realmente existente, pero que dio vida como ningún otro, brevemente, a las formas más utópicas de la comunidad de los iguales: la autogestión, la democracia directa en medio de un paisaje social atosigado por la sociedad de consumo capitalista. Un capitalismo que percibió de súbito que un fantasma recorría no solo Europa, sino ultramar (Tokio, México).
No el fantasma comunista (al que siempre era posible combatir), sino el fantasma de una juventud harta, un fantasma hecho masa, salvaje y vociferante, que no exigía nada más que rescatar "la playa aplastada bajo el asfalto" suprimiendo toda autoridad viniera de donde viniera y bajo la forma que sea.
Eludiendo la hipérbole, el análisis superficial o el cómodo desencanto del "fin de la historia", avanzar por el recuento cronológico, de un lado, y por las citas de mayo, por el otro, tal vez brinde algunas luces para mirar de una manera nueva la gesta de esta juventud de los años sesenta.
"LA IMAGINACIÓN AL PODER"
(Muro de la Facultad de Nanterre, 1968) 
"La felicidad es una idea nueva en Europa"
(Saint-Just, 1789)
No fue una revolución en el sentido estricto: no quería tomar el poder. Ansiaban la caída de De Gaulle (a lo que contribuyeron indirectamente un año más tarde) porque veían en él todo lo que despreciaban de su generación: el autoritarismo y una falsa moral que no querían heredar. No tuvo un solo líder (otro lugar común) en Daniel Cohn-Bendit, llamado "Danny El Rojo", sino dos: Alain Geismar y Jacques Sauvageot, lo que explica por qué el movimiento no se desintegró cuando Cohn-Bendit fue impedido de volver a Francia, tras un viaje a Alemania. No se restringió tampoco a su única dimensión parisina, ni solo al mes de mayo. Hubo un pre y un post, y tienen razón aquellos que hablan de "los años 1968", en plural. Hubo el Movimiento Free Speech en Berkeley entre 1961 y 1964, en los EEUU. Hubo Alemania (Frankfurt) e Italia (Milán). En la misma Francia hubo dos pequeños microensayos de rebelión estudiantil y civil que antecedieron a los eventos de mayo: el primero en Estrasburgo en 1966 y el segundo en enero de 1968, cuando el gremio del cine, estudiantes, intelectuales y simples ciudadanos toman las calles para protestar contra la destitución de Henri Langlois, director de la Cinemateca francesa.
22 de marzo, 1968: la facultad de Nanterre, a solo quince minutos de París, es ocupada por los estudiantes. El descontento universitario podía tocarse en el aire. En Estrasburgo, dos años antes, cinco estudiantes imprimen, con dinero hábilmente obtenido de la propia universidad, diez mil ejemplares de un folleto titulado "De la miseria en el mundo estudiantil", redactado por el situacionista Mustapha Khayati. "Crear una situación que vaya más allá del punto de no retorno" era una de las incendiarias frases que contenía este panfleto, en realidad una antología de consignas que un grupo casi anónimo, la Internacional Situacionista, esgrimía desde los años 50, y cuya prédica política adopta un grupo de estudiantes organizados bajo el nombre de "Enragés" ("los rabiosos"). Un año antes, en 1967, dos sociólogos de menos de cuarenta años, Pierre Bordieu y Jean Claude Passeron, habían publicado "Los herederos". Tesis principal: la enseñanza universitaria como reproductora de las desigualdades sociales. A pesar de la consolidación del llamado "estado del bienestar", el porcentaje anual de desempleo a mediados de los sesenta aumentaba. Principales víctimas: los jóvenes y las mujeres. Esto echa por tierra otro de los lugares comunes, aquel que afirma que la rebelión estudiantil fue inconsciente, apolítica y espontánea. Era una enorme ola que tarde o temprano reventaría a los pies del sistema. El 2 de mayo se cierra la Facultad de Nanterre. El frenesí se traslada a París. 
"¡Viva la Comuna!"
(Muro del Barrio Latino, mayo 1968)
"Queda terminantemente prohibido prohibir"
(Muro de La Sorbona, mayo 1968)
3 de mayo de 1968: los estudiantes toman las calles. El ministro de Educación de De Gaulle, Alain Peyrefitte, absurdamente, llega a declarar que no se trata sino de "un deseo de imitación" por parte de los estudiantes parisinos que quieren emular los disturbios estudiantiles acaecidos en Alemania e Italia. Al contrario, algunos intelectuales echan una mirada reflexiva a los hechos. Sartre, entre ellos y quien, junto a otros, firmaría una declaración de apoyo el mismo día 3, que aparece en Le Monde al día siguiente. Días antes, durante la toma de Nanterre, tuvo lugar un diálogo Sartre-Cohn-Bendit, donde este último resume el carácter libertario de su movimiento: "(…) Hay que evitar crear de inmediato una organización, hay que evitar crear un programa pues eso sería paralizante. La única oportunidad para el movimiento es justamente mantener este desorden que permite a la gente hablar libremente". La conversación aparece en Le Nouvel Observateur, el 20 de mayo. Poco antes, Raymond Aron, viejo rival de Sartre, había adelantado la contraofensiva intelectual y publica en Le Figaro, el 15 de mayo, "Reflexiones de un estudiante" en el que fustiga al Movimiento de Mayo: "Una cruzada sin cruz y una lucha sin objeto". El gobierno por fin parece reaccionar: el primer ministro Georges Pompidou decreta el cierre de La Sorbona el día 5. Los estudiantes en revuelta decretan "Estados generales permanentes en las calles". 
"El poder está en la calle"
(Consignas y lemas estudiantiles, mayo 1968)
"Acumulen rabia"
(Muro de la Facultad de Nanterre)
![]() El movimiento de mayo significó también un cambio notable en las costumbres: allí las mujeres adquirieron protagonismo político. Foto de Gilles Caron. |
En "Mayo del 68 no sucedió" (1984), Deleuze-Guattari escriben: "Mayo del 68 (…) es un acontecimiento puro, libre de toda causalidad normal y normativa (…), fue un fenómeno de videncia, como si toda una sociedad viera de golpe lo que ella misma contenía de intolerable y viera también la posibilidad de cambiarlo". Mirando en retrospectiva y a la luz de los trágicos acontecimientos de ese mismo año en Praga y México, tal vez mayo del 68 sea el ejemplo clásico del concepto de "espíritu de los tiempos" el Zeitgeist de Hegel, que refiere así a toda era en progresión que se extiende de un grupo o de una generación a otra guardando características similares sin que haya, aparentemente, nada que las conecte o vincule. Contextos nacionales muy distintos, protagonistas similares: los estudiantes, una juventud en llamas con una capacidad de desborde imprevisible. 10 y 11 de mayo, 1968: la noche de las barricadas. El día 10, el gobierno prohíbe la emisión de un programa de televisión pública, la ORTF, donde se presentarían Cohn-Bendit y otros líderes del movimiento estudiantil. 11 de mayo: De Gaulle, en consejo extraordinario, se reúne seis horas con sus ministros.
![]() Jean-Paul Sartre dialoga con los estudiantes. Debajo, 10 de junio del 68 |
"Obrero, el patrón te necesita.
Tú no lo necesitas a él"
(Muro de las fábricas ocupadas, mayo 1968)
"La pasión de la destrucción
es una alegría creadora"
(Bakunin, teórico anarquista, muro de las fábricas ocupadas)
Era inaudito pero sucedió. Desde 1936 nadie creía que los obreros franceses volverían a tomar las fábricas. 14 de mayo: ocupación de la fábrica Sud-Aviation, en Nantes. 15 de mayo: ocupación de las fábricas Renault-Cléon. Huelga general anunciada para el 18. La gasolina desaparece de los grifos y los fabricantes de bicicletas hacen su agosto en mayo. Echemos por tierra otro lugar común que dice que los partidos manipularon a los estudiantes. La postura del Partido Comunista y de las cúpulas sindicales que estos manejaban fue deleznable y está ampliamente documentada. El diario comunista L’Humanité, en su editorial del 3 de mayo, trata a los estudiantes de "falsos revolucionarios" a los que hay que aislar. De igual modo, la Confederación General del Trabajo (CGT) se desmarca del movimiento estudiantil. Su líder, Georges Séguy, en plenos disturbios, había declarado: "La autogestión es una fórmula hueca". A pesar de ello, los obreros se autogestionan y debaten en las fábricas que ocupan. 18 de mayo: dos millones de huelguistas paralizan medio Francia. 20 de mayo: una segunda huelga la paraliza enteramente. 10 millones de personas se ausentan del trabajo. El estado del bienestar tiene grietas y se resquebraja. 25 de mayo: en la rue de Grenelle, sede del Ministerio de Trabajo, se reúnen patrones, autoridades del gobierno (entre ellos Jacques Chirac) y los líderes sindicales digitados por la CGT, intentando llegar a un acuerdo con los obreros en huelga para que desocupen las fábricas y se vuelva al trabajo. Los obreros rechazan los ofrecimientos, que consideran inaceptables. 27 de mayo, 1968: gran mitin de estudiantes y obreros en revuelta en el estadio de Charlety, en París. La apoteosis que, sin embargo, preludia el ocaso. 
"¡Franceses, un esfuerzo más!
(Marqués de Sade, muro del teatro Odeon)
"Todos somos judíos alemanes"
(Lema de apoyo a Cohn-Bendit impedido por el gobierno de pisar territorio francés)
Si durante todo mayo se había sentido un vacío de autoridad, el vacío de poder se hizo palpable el día 29. De Gaulle desaparece. El rumor se difunde velozmente: "Ha abandonado el poder" dicen. Y en parte era cierto. Ahora se sabe que fue a Alemania a conversar con un viejo amigo de armas, el general Massu, quien estaba al mando de una poderosa división blindada francesa. ¿Fue a consultar la eventualidad de aplastar por las armas el movimiento obrero-estudiantil? Quién lo sabe. El día 30 de mayo vuelve al Elíseo y recurre a la vieja fórmula que lo hizo héroe contra la invasión nazi: la alocución a los franceses. En un mensaje de apenas cuatro minutos llama a la "acción cívica, en todo Francia y de inmediato". Y estratégicamente llama a elecciones legislativas que se desarrollarán a fines de junio. Francia pasa, sin transición, de la huelga indefinida a la campaña electoral. El opio del pueblo (Sartre diría en ese momento "Elecciones, trampa para cojudos").
30 de mayo: mitin en apoyo a De Gaulle en los Campos Elíseos con Malraux a la cabeza. Las escaramuzas continuarían solo por 10 días más. La calma poco a poco retornaba a París y las reformas Fauré serían otro opio ofrecido a los estudiantes.
¿Qué queda del mayo francés? Los estudiantes de mayo del 68 se sumergieron desde el inicio en un estado de exaltación lúdico y gozoso. Acaso la foto donde se ve a Cohn-Bendit frente a un gran guardia CRS con expresión de mofa y desafío resuma este cambio. La entrada de las mujeres, estudiantes y obreras a la escena política. La modificación de las costumbres, notablemente. Pero por sobre todo la incontestable certeza que la juventud es sin duda el tiempo más propicio para soñar. Y todos esos chicos, hoy con sesentaitantos a cuestas, que salieron a gritar su rabia contra el sistema, siempre serán jóvenes en nuestro recuerdo. Y eso nos hace jóvenes también, eternamente.
PROVOCO, LUEGO EXISTO
La buena costumbre francesa de portarse bastante mal
Es el otro lado de la moneda del cartesianismo. El sueño de Descartes que produce tempestades. Lo irracional como bautizo en la vida pública. De Saint-Just a Godard, de los surrealistas a Gainsbourg, pasando por Michel Mourre y los situacionistas, los anales no históricos de la República francesa están llenos de exabruptos públicos que no obstante han forjado la tradición de tolerancia social y de respeto a la privacidad que los franceses cultivan con esmero. 
De cierta manera, las revueltas de mayo comenzaron con un escándalo de sexo en clave de chiste: los estudiantes de Nanterre querían integración sexual en los dormitorios. Era solo una de las exigencias pero la prensa enfatizó el detalle dándoles a sus lectores un motivo para la mofa "¡Solo quieren acostarse con las chicas!" bromearon, sin atisbar que era el comienzo de una revuelta que pudo llevar a Francia al borde de la guerra civil.
Louis Antoine de Saint-Just, 22 años, revolucionario radical francés, autor del célebre poema satírico-político "Organt", propone fundar una nueva sociedad desapareciendo toda huella de lo social y otorgando primacía a lo natural, con lo que opone el lado irracional a la teoría del "contrato social" de Rousseau. En sus discursos hay lemas que son casi el eco premonitorio de las consignas de Mayo del 68: "No es posible reinar de manera inocente" o "Reír es el primer grado de la libertad". Moriría guillotinado, a los 26 años, leal a Robespierre.
Con "Le petit soldat" (1963), Jean-Luc Godard inaugura una carrera brillante que le daría fama como el más provocador cineasta de la "nueva ola francesa": en este filme, dos criminales de baja estofa se alistan en el ejército francés para ir a pelear a Argelia entusiasmados con la perspectiva de robar, ultrajar, violar mujeres y asesinar gente inocente. Los militares, naturalmente, pusieron el grito en el cielo y la película estuvo prohibida dos años. "La chinoise" (1966) es una mirada paródica a los burgueses "maoístas" franceses y "Yo te saludo María" (1984) prohibida y condenada por todo el mundo católico acusada de blasfemia, son solo algunos de los títulos que hicieron de Godard la genial oveja negra del cine francés.
Serge Gainsbourg ocupa un lugar de excepción en el parnaso de los malcriados más amados por los franceses. Irremediablemente feo y extraordinariamente talentoso, este compositor y cantante escandaliza al mundo entero con una canción que incluso llegó a ser excomulgada por el Vaticano: "Je t’aime, moi non plus" (que en realidad compuso para Brigitte Bardot, quien estuvo perdidamente enamorada de él). Cuatro minutos de jadeos y gemidos que se dispensan él y su compañera de entonces, la actriz Jane Birkin, y que le para el ánimo a cualquiera sin necesidad de viagra. Lo que realmente sucedió en el estudio de grabación sigue siendo objeto de calientes especulaciones. Otro escándalo vendría cuando Gainsbourg graba La Marsellesa en clave de reggae (en un país de nacionalismos exacerbados como Francia, bromear con el himno patrio es algo para tomar muy en serio). Ya en su ocaso y preso de las garras del alcoholismo, sus provocaciones tomarían un matiz de miedo: llegó a quemar un billete de mil francos y a decirle Whitney Huston "Me gustaría cacharte" ¡delante de miles de televidentes! Los franceses, sin embargo, le perdonaron todo al gran Serge.
Pero un caso poco conocido tendría lugar en abril de 1950, en París: un joven seminarista dominico llamado Michel Mourre, en plena crisis de fe y en complicidad con un grupo de jóvenes tan lunáticos como él, se disfraza de cura, ingresa a la iglesia de Notre Dame (era Semana Santa y había cerca de cinco mil personas oyendo misa) y tras subir al púlpito lanza un sermón donde anuncia la muerte de Dios. Tras varios minutos de previsible estupefacción, el falso cura tiene apenas tiempo de correr hacia la puerta y salvarse de una masa dispuesta a lincharlo. A pesar del pánico que sentía, se gasta una broma personal haciendo el gesto de la bendición a sus perseguidores. Reformado y aceptado otra vez por su congregación, se haría un académico respetable redactando una enciclopedia muy popular "Le petit Mourre". Con lo que se reafirma una idea muy ligada a la idiosincrasia francesa: no hay mejor comienzo para una carrera pública que un gran escándalo.
El movimiento situacionista, con Guy Debord a la cabeza y surgido en París a mediados de los años 50, vio en este gesto una piedra fundacional y se propuso superar esa marca: desde manifiestos en contra de Chaplin, hasta acciones no permitidas sobre el espacio público, pasando por irrupciones en el Festival de Cannes exigiendo que les pasen sus películas, colman un derrotero tan marginal como históricamente trascendente (después de todo, fueron ellos los que, indirectamente, incitaron con sus manifiestos las revueltas de Nanterre). Su mayor escándalo: una película titulada "Aullidos a favor de Sade". Anunciada por ellos mismos como la película que cambiaría la historia del cine galo y logrando una exhibición fuera de competencia en Cannes, los cientos de espectadores que pugnaron por entrar a verla solo vieron… ¡dos horas de pantalla negra! Pronto algunos empezaron a protestar (los situacionistas, presentes allí, llamaban a la calma afirmando, muy serios, que lo mejor estaba por venir). Rápidamente la sala se convirtió en un caos de histeria y protestas y ellos, satisfechos, dijeron: "¡Ah, finalmente, los gritos a favor de Sade!"
Los ejemplos pueden seguir, interminablemente: terminemos con uno que ilustra la permisividad y tolerancia de los franceses cuando la vida social o el derecho a la privacidad están de por medio: ¿Existe algún otro país que aceptaría de modo tan natural que su bellísima primera dama, aparte de ser extranjera, haya posado como Eva en el paraíso? Respuesta: ninguno, salvo Francia. ¡Qué lejos estamos en el Perú de ese nivel de libertad individual y de inteligencia social donde nuestras "autoridades" y cierta "prensa" hacen escarnio, y muchos titulares, humillando a una hermosa muchacha chiclayana solo por haber mostrado orgullosa, en un video privado, los atributos que esta hermosa tierra del Sol otorga a sus hijas!
Pero Carla Bruni, belleza italiana, puede ser primera dama en Francia, ser recibida por la Reina de Inglaterra y millones de franceses pueden acostarse tan tranquilos y felices como siempre. Y sobre todo el presidente Sarkozy, con lo que resulta ¡oh ironía del destino! que el principal beneficiario de la herencia de Mayo del 68, es precisamente aquel que prometía a viva voz, hace apenas un año, liquidarla de una vez por todas y para siempre. (AV)


