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Casi todos acataron la encuesta, aunque hubo deficiencias.
Alfredo Pomareda.
Lima amaneció desértica, salvo por contadas excepciones. Las avenidas Abancay y Wilson y la Vía Expresa despertaron libres de congestionamiento y contaminación. No es la resaca del sábado, ni el soñado domingo familiar. "Es un día distinto, nada más", sonríe un mendigo que reposa a las puertas de la iglesia San Pedro. Sólo ellos, los hombres y mujeres sin casa, son el único rastro humano. El resto ha decidido replegarse en sus hogares para colaborar con una encuesta gravitante: el XI Censo de Población y VI de Vivienda emprendido por el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). 

La primera familia empadronada es la del presidente Alan García, quien aparece a las 7.40 am. en una faceta poco conocida: esta vez responde, sin objeción, que vive con sus cuatro hijos y esposa, que trabaja más de una hora al día, que su casa está hecha de cemento y que tiene nueve cuartos fuera de la sala y el comedor, que su posición económica es estable, que su esposa no percibe un sueldo. No confiesa qué religión profesa, ni cuántos hijos tiene en realidad. Su empadronador se llama Renán Quispe, el jefe del INEI, quien a las 9.25 am. ofrecerá una conferencia de prensa en la que dirá que 590 mil funcionarios censales participarán en este empadronamiento, de los cuales 463 mil son encuestadores urbanos y 23 mil se desempeñan en áreas rurales. También dirá que mil 803 municipalidades, 26 gobiernos regionales y 101 universidades colaboran con el INEI para que el censo sea un éxito, y que 9 mil bomberos y 11 mil policías no descuidarán las necesidades de la población. "Confiamos en la gente", repetirá Renán una y otra vez.
Pero la gente no está muy segura de confiar en el gobierno. Sobre todo la familia Pariona Mendoza que a las 12.30 pm. recibe al empadronador Jhonatan Rojas Sulez, un muchacho que cursa el quinto año de secundaria. "Para qué el censo", pregunta Mariano Pariona García (60), campesino ayacuchano, jefe del hogar, padre de nueve hijos, propietario de una casa de adobe en medio de una ladrillera y dueño de una pobreza extrema que lo obliga a almorzar sobre el tronco de un árbol caído. "El censo es para saber cuántos somos y qué necesitamos", responde Jhonatan. Mariano está convencido de que tras esta encuesta nacional todo marchará igual y hasta peor. Un kilómetro más allá de Huachipa, cerca de 30 mil hombres, en Jicamarca, han decidido no acatar el empadronamiento. A Mariano le parece tentadora esa idea, pero ya es tarde porque desde las 12.46 sus confesiones son datos estadísticos. 
La ley y el censo
Los hombres y mujeres de las FFAA y los policías también empadronan. No son muchos, pero sólo de la escuela de suboficiales de Puente Piedra han participado más de 700 efectivos. El suboficial PNP Moyano ha sido destacado a la cuadra 13 del jirón Paruro, en el centro de Lima. Los Salazar Monroy son la primera familia a encuestar. El suboficial es rápido e inteligente, el empadronamiento "es como atrapar a un piraña".
Lástima que no todos los pirañas, orates, vagabundos e indigentes son ‘atrapados por un empadronador’. Si bien Renán Quispe expresó que mil encuestadores se encargarán de quienes no tienen vivienda ni familia, el desamparo censal es evidente: "el INEI les ha fallado a los más necesitados", dice un mendigo que ahora abandona la iglesia San Pedro.
"Han encuestado a todas las familias, menos a la mía", reniega Daniel Dávalos Mendoza, un huancavelicano que vive en una quinta de Barrios Altos. Todos sus inquilinos tienen en sus puertas el sticker "Vivienda Censada", menos él. Daniel, de 69 años, le pide a Miriam Trinidad Herrera, la empadronadora, que por favor lo entreviste. "Pero yo no puedo hacer eso, la vivienda del señor no aparece en mi lista. Al parecer lo han obviado, debe ser un error", dice Miriam y se aleja. 


Seis de la tarde, ha acabado la orden de inamovilidad, ha terminado el censo en Lima. Renán Quispe luce sonriente y asegura que más allá de ‘pequeños incidentes’ todo calzó como se esperaba. La gente empieza a poblar las calles, los carros las avenidas, los vagos las esquinas. Lima vuelve al ruido. Meses más tarde, a mitad del 2008, se conocerán los resultados del empadronamiento: ¿más pobreza, alta tasa de madres adolescentes, viviendas en estado caótico, analfabetismo? Los resultados, sin duda, paralizarán otra vez a la población.
Datos
AVANCE. Renán Quispe informó que a inicios de noviembre se realizará una encuesta postcensal que cubrirá una muestra de seis mil viviendas en todo el país. Este sondeo implicará una inversión de 300 mil nuevos soles, tendrá representatividad nacional y se desarrollará en mil 200 áreas de empadronamiento
MUY RÁPIDO. Según Renán Quispe Llanos, jefe del INEI, casi todos los empadronadores culminaron su trabajo mucho antes de la hora pactada (6 pm.).