sábado, 21 de julio de 2007

(Art) Disidencias. ¿Quiénes son los conservadores?

Alberto Adrianzén Merino
www.albertoadrianzen.org

Luego de las movilizaciones, paros, huelgas y enfrentamientos, el gobierno ha concluido que una de las razones de esta situación ha sido la falta de comunicación con una buena parte de los sectores sociales. La idea que se quiere transmitir es que el gobierno no ha sido capaz de publicitar lo bueno que se ha hecho todos estos meses. A ello se suman otros dos argumentos: por un lado, la llamada revolución de las expectativas luego de más de setenta meses de crecimiento económico continuo; por otro, una política reformista que pisa callos y que, por lo tanto, encuentra resistencia en determinados grupos.

Respecto al primer argumento, palabras más palabras menos, es el mismo que dio el gobierno anterior cuando la popularidad del ex presidente Toledo comenzó a caer conforme aumentaban el conflicto social y las demandas populares. Incluso si se acepta este argumento habría que preguntarse por la eficacia de las presentaciones y discursos presidenciales de todos estos meses. A estas alturas, la oficina de prensa de la presidencia ya debe andar por la nota de prensa setecientos, informando sobre las actividades del primer mandatario. Sospecho que Alan García debe ocupar el primer lugar, si se le compara con los anteriores presidentes en cuanto a inauguración de obras, mítines, viajes al interior del país, asistencia a eventos, visibilidad mediática, etc. Es tal su obsesión por publicitarse que, incluso, ha viajado poco al exterior porque su público objetivo son los peruanos.

Sobre el segundo argumento, la revolución de las expectativas, los fríos datos estadísticos muestran otra cosa. Según la última encuesta realizada por Conecta en Lima hace pocos días (hay que señalar que Lima ha sido uno de los bastiones del gobierno y de Alan García), lo que se evidencia es todo lo contrario y se expresa en el aumento del pesimismo no solo económico. Según esta agencia si se comparan las expectativas que tenían los encuestados en los cien primeros días del gobierno de García con las que tienen ahora lo que vemos, más bien, es un desinfle de las mismas. El pesimismo se ha incrementado de manera importante en las siguientes áreas: situación económica personal, situación del país, generación de empleo, lucha contra la corrupción, educación y salud. Como dice Conecta "hoy, la calificación tiende a ser más negativa que en los primeros cien días". Todo indica, si se considera el descenso meteórico de la aprobación presidencial en las regiones, que este pesimismo a nivel nacional ha crecido en forma significativa.

Por eso es un abuso de lenguaje hablar de una revolución de las expectativas. Lo que existe más bien es el convencimiento de que con esta política (de derecha) nada va a cambiar en el país y que, por tanto, lo que queda es protestar. En la encuesta nacional de Apoyo del mes de junio pasado, un 64% de los entrevistados apoyaba los movimientos de protesta y un 26% los bloqueos de carreteras y pistas cuando se realiza la protesta. Aquí no hay revolución de las expectativas; lo que sí hay, más bien, es cansancio y hartazgo frente a un gobierno que prometió grandes cambios y que ha hecho todo lo contrario, pero también frente a un crecimiento económico tacaño cuando se trata de redistribuir la riqueza (y no es la primera vez que ocurre). En este caso los entrevistados apelan más a su experiencia pasada que a sus expectativas futuras.

El tercer y último argumento es, acaso, el más propagandístico. Consiste, como hemos señalado, en decir que el gobierno al poner en marcha una serie de reformas genera una reacción contraria de algunos sectores, como el magisterio y las poblaciones de la Selva. Se trataría, se dice, de una lucha entre reformistas y conservadores. Sin embargo, si se analiza lo ocurrido en este año de gobierno veremos que no ha habido grandes reformas. Sostener que es una gran reforma eliminar las exoneraciones tributarias a la Selva pero mantenerlas para los grandes grupos económicos, es un engaña muchachos. Lo mismo podemos decir de la famosa reforma del Estado y de la política social. En el caso de la ley de la carrera magisterial, que es un avance, lo importante para el gobierno no es tanto la reforma educativa sino más bien quebrar al SUTEP por ser un sindicato nacional. Por eso el conservador hoy es el gobierno, no quienes protestan.