miércoles, 4 de julio de 2007

(art) La segunda ola de urbanización


Antonio Zapata.

El Fondo de Población de las NNUU acaba de publicar un informe sobre el estado de la población mundial y sus proyecciones a 2030. En este documento se señala que el mundo ha ingresado a una segunda gran ola de urbanización, la cual se desarrolla en los países del Tercer Mundo. La primera ola ocurrió en los países desarrollados entre 1750 y 1950 y acompañó la industrialización. En esos 200 años, los países desarrollados experimentaron una transición demográfica radical, que ha llevado a muy baja natalidad y también a baja mortalidad. Nacen pocos y sobreviven mucho tiempo. Desde la mitad del siglo XX, esa ola de urbanización se detuvo en el Primer Mundo y se ha trasladado a los países subdesarrollados. Empezó en América Latina, donde la transición fue antes que en los otros continentes tercermundistas. Por su parte, ahora mismo, esa segunda ola de urbanización se ha desplazado al África y al Asia. Las cifras son impresionantes, de acuerdo con proyecciones, entre el año 2000 y el 2030, a las tasas actuales, el Asia pasará de 1300 millones de a 2,700 millones de población urbana; el África, por su parte, crecerá de 300 a 750 millones de habitantes en ciudades y América Latina subirá de 400 a 600 millones en asentamientos urbanos. Para el 2030, el 80% de la población urbana del mundo vivirá en el Tercer Mundo. La mayoría será pobre y ese es el gran reto del futuro, advierten las NNUU.

Habitualmente se piensa que la causa fundamental de la urbanización es la migración campo-ciudad. Ello no es exactamente cierto. Es decir, la migración interna es un componente del proceso, pero la causa principal se halla en el crecimiento vegetativo de la población urbana. Todas las ciudades de antiguo régimen tenían crecimiento vegetativo negativo. Es decir, nacían menos de los que morían. Las familias eran numerosas, pero la mortalidad en las ciudades era superior. Morían sobre todo los infantes, menores de cinco años, que padecían las consecuencias del hacinamiento urbano y de la falta de higiene. El agua no era potable y la leche no era pasteurizada. Pero, cuando estas dos mejoras se lograron y también se inventaron las vacunas, la población urbana empezó a crecer por encima de la mortalidad. Había comenzado el crecimiento vegetativo, que sería fundamental en la urbanización. Por ejemplo, hoy en día en Lima, el 75% del crecimiento poblacional se debe a causas vegetativas y sólo un cuarto es debido a migración.

América Latina vive la fase madura de la segunda ola de urbanización. Ya se produjo la transición demográfica. En las ciudades contemporáneas de AL, las familias son poco numerosas y la mortalidad es baja. Por su parte, las ciudades capitales, con notable primacía demográfica, no han crecido tanto como se pronosticaba. Por ejemplo, en el último censo del 2005, Lima tenía algo menos de 7 millones de habitantes, cuando todas las previsiones era que superaría fácil los 8 millones. El crecimiento se ha hecho mucho más lento; las familias son pequeñas y se empieza a tener hijos más tarde.

En esta fase del crecimiento urbano disminuye la importancia de las ciudades principales y se concentra el crecimiento en el resto urbano. Ciudades medianas y también pequeñas crecen a velocidades superiores que las megaciudades. Este tipo de ciudades chicas tiene más tierra disponible que las capitales y la urbanización puede ser más racional. El mercado puede aún crecer sobre zonas susceptibles de recibir servicios. Aunque, las ciudades de esta escala están menos equipadas que las ciudades grandes y las necesidades serán enormes. Sin embargo, será en un escenario urbano donde se jugará el destino y tendremos que aprender a sacar ventajas de la urbanización. Muy frecuentemente los gobiernos piensan en las ciudades en términos de problemas que una buena política podría evitar. Por el contrario, el futuro estará definido a tal grado por la urbanización que no habrá posibilidad de evitarla. Sólo queda intentar sobrevivir en una situación doblemente compleja, porque esta segunda ola de urbanización viene acompañada por el calentamiento global y el deterioro del medio ambiente. Pero el informe de las NNUU enseña que no hay motivo para descorazonarse. Tiene un contenido esperanzador, subrayando que el fenómeno urbano condensa el progreso de la humanidad desde el origen mismo de la civilización. No hay razón para detenerse. El ser humano tendrá que salir adelante en las ciudades y gracias a ellas.