El último informe de población de Naciones Unidas llama la atención sobre lo que podría ocurrir si no se toman medidas para el crecimiento de las ciudades: urbes con más pobres y con altos niveles de inseguridad ciudadana. También hace recomendaciones claves que se pueden resumir en una sola: planifiquemos el futuro.
Por Raúl Mendoza
Beduinos a camello ante una urbe que se mete en el desierto que durante siglos fue su hábitat. El ámbito rural se va perdiendo.
Imaginemos Lima en los años 40. Una ciudad todavía ordenada y en trance de crecer, con sus tres valles todavía productivos. La capital tenía 600 mil habitantes y en todo el Perú había seis millones. Sólo 25% de esa población vivía en las ciudades y el resto en zonas rurales. Pero a partir de esa década fenómenos como la migración del campo a la ciudad cambiaron la configuración de las urbes. Y ahora, en el 2007, Lima tiene 8 millones de habitantes y el Perú en el mapa demográfico es inversamente proporcional al de hace seis décadas: 75% de su población es urbana y sólo 25% permanece en el campo. 
Este fenómeno de la ‘urbanización’ ocurrió con nosotros en el lapso del último medio siglo y sigue ocurriendo en todo el mundo en la mayoría de países en desarrollo. Por eso es el tema central del informe "Estado de la población mundial 2007" del Fondo de Población de las Naciones Unidas. Un documento que empieza con un dato revelador: en el 2008, por primera vez, más de la mitad de la población mundial vivirá en zonas urbanas. Es decir, de los actuales 6 mil millones de seres humanos, 3 mil 300 millones vivirán en ciudades el próximo año. Otro dato acompaña al primero: la mayoría de esos nuevos habitantes serán pobres.
"Su futuro (de los pobres), el futuro de las ciudades de los países en desarrollo y el futuro de la propia humanidad dependen de las decisiones que se adopten de inmediato en previsión de dicho crecimiento", advierte el documento. En el peor de los escenarios, las ciudades crecerán con cinturones de miseria periféricos, tugurización en las urbes, más pobres sin vivienda y sin servicios básicos, jóvenes sin oportunidades laborales y desbocada inseguridad ciudadana. Todo eso esperaría a muchas ciudades en el mundo, y en el Perú a ciudades secundarias similares a Lima: Arequipa, Chiclayo, Iquitos.
Crecimiento urbano
En Latinoamérica, Asia y África los asentamientos sin servicios básicos –luz, agua, saneamiento– se han convertido en cinturones de pobreza.
Para el 2030 la población urbana habrá aumentado a 5 mil millones de personas, el 60 % de la población mundial. A escala mundial todo el futuro crecimiento demográfico ocurrirá en ciudades, casi en su totalidad en Asia, África y América Latina. Esteban Caballero, representante para Perú del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA por sus siglas en inglés) llama la atención sobre otro dato relevante del informe: en nuestra región las ciudades ya no crecen por migración sino por el aumento vegetativo de la población ya presente. 
Entonces hace la primera de las recomendaciones. "Si los planificadores están interesados en tener un proceso de crecimiento más lento, hay que permitirles a las mujeres y a las familias acceso a educación, salud, programas de regulación de fecundidad y así puedan decidir los hijos que quieran tener", dice. Otra recomendación medular del informe es invertir en programas que puedan darle a la gente pobre una vivienda digna sobre la cual tengan la propiedad y que cuente con servicios mínimos: agua, saneamiento, electricidad, acceso a transporte.
Para el especialista Federico Arnillas, de la Mesa de Concertación de Lucha contra la Pobreza, el informe plantea la necesidad de planear las ciudades. "Para ello se deben identificar las áreas de expansión de las ciudades y proyectar los servicios para esas áreas. Así se podría crecer con bajo costo social. Cuando no se planifica la expansión, lo que ya pasó con la mayoría de nuestras ciudades, ocurre el ciclo al revés: primero llega la invasión y después los servicios. Eso tiene un alto costo social".
Ambos expertos coinciden en que la urbanización tiene aspectos positivos y los pobres deben ser actores de su propio desarrollo. Dice Caballero: "El informe se titula también ‘Liberar el potencial del crecimiento urbano’ y eso implica apoyar y aprovechar la creatividad de la población para enfrentar la pobreza. Si en ese proceso se les da acceso a un asentamiento ordenado, con una propiedad y servicios, ya ellos pueden buscar sus propios proyectos de vida". Arnillas indica que además del planeamiento debe haber inversión para enfrentar el crecimiento demográfico. Y todo debe ir acompañado de un proceso de descentralización, de regionalización. 
Cambio climático
La mirada de los expertos usualmente ha estado puesta en el aspecto social del crecimiento urbano, pero en los últimos años un tema empieza a tocarse cada vez más cuando se habla de la vida en las ciudades: el calentamiento global. Si en este momento el nivel de las aguas próximas a Shangai se elevara unos centímetros por efectos del cambio climático, la ciudad podría ser cubierta por las aguas. Está en la zona más peligrosa, según un mapa de desastres de Naciones Unidas. Y así podría ocurrir con muchas otras ciudades costeras.
Hacinamiento, servicios colapsados y el fantasma de un derrumbe en cada pared.
En el caso del Perú ya se sabe que Lima tendrá problemas en unos años por la falta de agua, cuando se derritan todos los nevados de los Andes que miran al mar. Estamos ubicados al borde del océano, pero con el desierto a la espalda. Otro aspecto que se toca en el informe es el peligro de las poblaciones asentadas en zonas de desastre como el curso o las riberas de los ríos. En este aspecto el informe recomienda mejorar los sistemas de alerta temprana, los mapas de desastres y darle mayor importancia al uso de la información. ¿De qué serviría planificar si un desastre podría desaparecer una ciudad? 