miércoles, 26 de diciembre de 2007

Sucedió. La fiesta de Navidad

Colaboradores

Antonio Zapata.

Los antiguos peruanos celebraban el solsticio de verano casi en la misma fecha que nosotros Navidad. De acuerdo con el calendario solar, cada año se producen dos solsticios que marcan el inicio del invierno y del verano. Para finales de junio la cosecha del maíz ha terminado y comienza la abundancia en el campo. Mientras que diciembre significa la llegada de las lluvias y la crecida de los ríos; igualmente, la maduración de las frutas. Los incas celebraban diciembre con una fiesta llamada Capac Raymi, opuesta y complementaria a la del Inti Raymi, que correspondía al solsticio de invierno. Ambas eran fechas cruciales del calendario agrícola; obligaban a grandes sacrificios y desataban la alegría colectiva.

Con la llegada de los españoles comenzó la celebración de la Navidad como la conocemos ahora. La importancia de la fiesta cristiana provocó que las tradiciones precolombinas de diciembre casi desaparezcan. Durante siglos se fue formando una costumbre nacional de celebrar la Navidad que se inspiraba en la tradición mediterránea. Elementos característicos son el nacimiento y el pesebre, representación en miniatura del nacimiento de Cristo. Ambos provienen de la prédica de San Francisco de Asís. Todos los animales y personajes del nacimiento típico eran europeos. Se trata del asno, vaca, oveja y hasta el camello de los reyes magos, pero no aparecían los auquénidos americanos. Asimismo los pastores y los reyes son personajes de la antigüedad mediterránea que aparecen en esta construcción medieval.

Pero, frente a estos nacimientos bailan en muchas ciudades serranas cuadrillas de mujeres mestizas que zapatean al recién llegado durante la Nochebuena. Ellas representan el ingrediente andino y cantan con finas voces una tonada festiva y alegre que no es un villancico habitual. Incluso, las acompaña un personaje masculino grotesco llamado "huerajo", que se burla inmisericordemente de la gente. Otra danza navideña es la de "negritos" que tiene origen andaluz. Los moros convertidos al cristianismo agradecían al Niño Jesús por su conversión. Se llamaba de "negritos" porque vivían en la oscuridad del paganismo y accedían a la luz del evangelio. Esta danza fue adaptada durante la época colonial. Los negros del Perú impusieron su propio ritmo e introdujeron letras alusivas a la esclavitud.

De este modo, la tradición mediterránea de la Navidad fue recreada en el país, incorporando elementos andinos y africanos. Asimismo, se produjo una fusión con el criollismo surgido en las ciudades. Ricardo Palma cuenta que el 24 era celebrado en la Plaza de Armas por la gente de pueblo que bailaba zamacuecas y se emborrachaba hasta la madrugada. Mientras tanto, la elite acudía a los templos y luego se recogía en sus hogares. La cena era ligera, el plato típico era el tamal de maíz y no viandas basadas en carnes. En aquel entonces, era una fiesta de la espiritualidad, complementada con el 6 de enero, la bajada de Reyes, cuando se repartían los regalos. Para la elite, la fiesta con amigos y bebida era en Reyes y, por el contrario, la Nochebuena era íntima y de recogimiento. Para el pueblo, ambas eran fiestas muy animadas celebradas en espacios públicos.

Esas costumbres sobrevivieron hasta los años 1950 cuando la Navidad adoptó las costumbres norteamericanas. Los EEUU, por su parte, fusionaron muchas tradiciones europeas. En este caso se trata de San Nicolás, un personaje escandinavo cuya leyenda proviene del norte; es gordo, barbudo y reparte regalos a los niños de buena conducta. El San Nicolás escandinavo fue transformado en Papa Noel que acompaña la comercialización de la Navidad mundial. Esta gigantesca mercantilización viene junto con los adornos alusivos al invierno en el norte: nieve, pinos, trineo y renos. Es un gran contrasentido, pero medio Perú se ilumina con formas correspondientes a otros mundos. Junto a ello ha aparecido el pavo como el plato por excelencia de la fiesta. Es una simpática paradoja porque de la mano de lo yankee ha reaparecido un animal doméstico del México antiguo. Así es, porque el pavo no es propio de gringos ni de europeos. Por el contrario, fue domesticado por los antiguos mexicas y también por los nativos norteamericanos. Los aztecas llamaban "guajolote" al indiscutido rey de la gastronomía navideña contemporánea.