Cuatro mil personas a punto de ser desalojadas. Les vendieron lotes en terrenos del cementerio Cristo Salvador, del distrito de Villa El Salvador, haciéndoles creer que eran tierras privadas. Los pobladores pagaron hasta cinco mil soles por un pedazo de suelo sin agua y desagüe.
Luis Neyra O.
Al pie del cementerio Cristo Salvador, en el distrito de Villa El Salvador (VES), doña Teodora Lavio pide tranquilidad, no para los difuntos que descansan alrededor de las casas de madera que se han levantado por doquier sino para sus vecinos, y –cómo no– para ella misma.
Cerca de los nichos de personas que no conoce, esta mujer busca explicaciones por el daño que, dice, le están provocando.
“Nunca le hice mal a nadie. Siempre he sido una mujer correcta que ha buscado el bienestar de su familia, y cuando creí que el destino me había dado lo que quería recibo esta mala noticia”, sostiene.
Y es que la angustia y el temor que agobian a esta mujer y que son compartidos por más de 4 mil personas en extrema pobreza de las asociaciones de vivienda Villa Rica, Villa Trinidad y Wasi Wasi, ubicadas en las alturas de la zona conocida como Lomo de Corvina, no los provocaron los difuntos o las historias de terror que sobre las lápidas se cuentan por las noches, sino personas de carne y hueso, sin escrúpulos y sin ley.
La gran estafa
Los hermanos Elízabeth, Manuel y Juan Carlos Gutiérrez Quispe, así como Héctor Almeyda Quispe, son las almas en vida que, aseguran, han convertido en un infierno el quehacer de estas humildes personas al venderles un terreno que nunca les perteneció, denunció Víctor Díaz, presidente de la Junta Central de estas tres asociaciones.
Estos personajes, como evidencian los contratos simples de transferencia de derechos de posesorios de un predio, aseguraban ser “posesinarios” de 50 hectáreas de un suelo que en realidad, como lo demostró la Municipalidad de Villa El Salvador la tarde de ayer, está destinado a la ampliación del camposanto.
Sin saber, personas de bajos recursos pero con sueños parecidos a los nuestros (tener un techo donde descansar) como Feliciano Ramírez, Bertha Gavidia o Catalina Atao, todos padres de familia, compraron los 90 metros cuadrados que les ofrecieron sin imaginar que estaban siendo estafados.
“Se han burlado de nosotros, de nuestra ingenuidad, de nuestra nobleza y necesidad al vendernos una propiedad que ni siquiera era de ellos”, lamentó doña Teodora Lavio, quien, al igual que sus vecinos, al saber de la venta de un terreno para vivir, realizó trabajos que iban desde la venta de chicha morada y marcianos de fruta hasta de recicladora.
Ahora todo ese esfuerzo resultaría en vano pues, de cumplirse la orden judicial entablada por la Municipalidad de Villa El Salvador contra estas asociaciones, podría ser desalojada junto a sus vecinos.
“No somos invasores”
Villa El Salvador nació como distrito tras ser invadido a sangre y fuego, en 1971, por familias necesitadas. Y esa es la comparación que los pobladores de las asociaciones mencionadas quieren evitar.
“Vinimos acá porque necesitamos un techo, un lugar para nuestra descendencia, pero no como invasores, pues antes de llegar pagamos por estas tierras”, señaló Víctor Díaz.
Y en efecto, estas personas, por mencionar algunas: Luis Arias, Juan Silveiro y Luz Canta Rodríguez, enseñaron los papeles que acreditan que compraron a los supuestos traficantes de tierra ese pedazo de piso a precios que iban desde los S/. 3,500 hasta los S/. 5,500.
“No le puedo decir todo el esfuerzo que le puse para conseguir el dinero, tampoco lo que tuve que privarles a mis hijos para ello. Ahora pudiesen dormir en un suelo que se los voy a heredar. No le puedo decir cómo me siento en este momento pues me estoy guardando la rabia para el día en que tenga que ver las caras de esos traficantes. Ahora es otra historia, pues tengo que luchar para que no me quiten lo que tanto me ha costado conseguir”, fue el sentir de Beatriz Gavidia.
Cementerio en riesgo
Si bien la pena agobia a estas personas y la amenaza de un desalojo está rondando las calles, hay otros que no tienen voz ni voto, pero cuya tranquilidad eterna está en riesgo.
El cementerio Cristo Salvador dejaría de ser tal si es que las autoridades municipales no paran la venta de lotes que hasta ayer se seguían ofreciendo a incautas familias y si es que no analizan el tema de seguridad.
Estas personas a las que consideran “invasoras” tienen el derecho a dormir tranquilas y a no estar al acecho de individuos de mal vivir que por las noches convierten la zona de muertos y la “tierra invadida” por familias necesitadas en tierra de nadie.
Reacciones
"Nos prometieron áreas verdes, colegios, posta médica, agua, luz y desagüe, pero nada de eso tenemos”.
LuzCanta
Vecina de la asoc. “Villa Rica”
"Hay personas dentro de estas asociaciones que apoyan a los traficantes y tratan de desunirnos. Pero no lo van a lograr”.
Víctor Díaz
Presidente de las asociaciones
Datos
Área total. El cementerio Cristo Salvador tiene un área total de 50 hectáreas. Solo 15 han sido inscritas por la municipalidad, el resto se encuentra en litigio.
Vendedores. Fue la ex empresa minera Wasi Wasi, ahora convertida en asociación de vivienda del mismo nombre, la que inició la venta de lotes. Dicha asociación asegura que es propietaria del terreno. Asimismo, denunció al alcalde Jaime Zea ante el Poder Judicial.
Amenazas. Los pobladores que en esta nota han decidido denunciar a los supuestos traficantes temen por sus vidas pues en la víspera algunos matones los amenazaron con quitarles sus casas.
Seguro. Los vecinos aseguraron que el cementerio no correrá riesgo de desaparecer.
AnÁlisis
“Lo lamento pero serán desalojados”
Jaime Zea Usca
Alcalde de VES
Lamentablemente los traficantes Lamentablemente los traficantes de terrenos venden lotes a gente incauta, pero hay personas que sabiendo eso los compran para que, pasado un buen tiempo, la propiedad se valorice y puedan venderla a un precio más alto del que les costó. Asimismo, en el caso de los pobladores que están cerca del cementerio, no es creíble el argumento de que no sabían que ese espacio le pertenecía a la municipalidad.
Nosotros somos propietarios de las 15 hectáreas, estamos inscritos en Registros Públicos y vamos a hacer uso de nuestro derecho. Ahora, ¿qué a va pasar con estas familias que son más de 400? Lamentablemente, van a tener que ser desalojadas.
Además estoy convencido de que hay mucha gente de mal vivir ahí, con requisitoria, movilizados por los traficantes para proteger la invasión. También hay otras que no necesitan un hogar en esa zona pues tienen casa en otra parte.
Mientras tanto, las familias que sí necesitan un techo pueden inscribirse en el programa Techo Propio. Por último, recomiendo a los pobladores que no se dejen engañar por los traficantes y que antes de adquirir un terreno deben corroborar su estado legal ante la municipalidad y en otros casos denunciar a las personas que trafican con bienes del Estado.
El alcalde de dicha jurisdicción, Luis Bueno, explicó a Perú.21 que poco menos de un centenar de familias del sector de Quirio –ubicado a la altura del kilómetro 32 de la Carretera Central– corren el riesgo de desaparecer si se produjeran nuevos deslizamientos. Según refirió, varias de las viviendas –en su mayoría, chozas o casitas de barro– se han debilitado a causa de los derrumbes.
De hecho, el burgomaestre pidió ayuda al Gobierno Central para remover las toneladas de piedras y lodo que han cubierto –sobre todo– las inmediaciones del asentamiento humano El Pedregal. “Contamos con un solo cargador frontal. Necesitamos ayuda del MTC para limpiar los cauces y las calles afectadas”, manifestó.
Mientras tanto, el Senamhi alertó que, en las últimas 24 horas, el río Rímac ha registrado un promedio de 76 metros cúbicos por segundo –46% por encima de sus valores históricos– debido a las incesantes lluvias. Voceros de esa institución aseguraron que ello ocasionaría más desbordes.
ALERTA. Ante la alarmante situación, Perú.21 hizo un recorrido por las alturas de Chosica. El panorama más crítico se vio en el asentamiento humano Comité 42, en las faldas de un cerro que rodea la urbanización Nicolás de Piérola. Durante el fin de semana pasado, al menos 20 familias soportaron allí derrumbes de lodo y piedras de considerable intensidad.
Un ejemplo es el de Marcelina Mendoza (53), pobladora de la Mz. E-2, Lt. 4, quien debió pasar la noche en vela por el temor de morir sepultada. “El agua se ha metido a mi chocita porque mi pared está a punto de derrumbarse. Un verdadero huaico puede caer en cualquier momento porque arriba del cerro está lloviendo mucho”, refirió.
Otro sector afectado fue la avenida José Carlos Mariátegui, a la altura del kilómetro 32. Allí, los vecinos pidieron ayuda para retirar las grandes rocas que han quedado esparcidas a lo largo del asfalto.




En 1964, señala Krugman, Friedman apoyará activamente la candidatura del ultra conservador, racista y crítico del New Deal, Barry Goldwater (años después cambiaría de posición) quien sostenía en ese tiempo: “Me interesa poco racionalizar el gobierno o hacerlo más eficaz, porque lo que me propongo es reducirlo. No pienso promover el bienestar social, porque lo que me propongo es extender la libertad”. En 1980, otro conservador, Ronald Reagan, lanzará un grito similar: “El gobierno no es la solución sino el problema”. Todo ello era congruente con la idea de Hayek de que las crisis económicas se debían a la intervención del Estado. 



