Por Mirko Lauer
No hay político que no esté ya mirando al 2010 o al 2011 con el rabillo del ojo. Todos saben que todavía es temprano para trazar estrategias, pero eso no impide que cada uno de ellos mantenga una carta pegada al pecho, alimentando una esperanza de victoria. Un naipe que a veces se nota, y a veces no, pero sin el cual nunca se comprende del todo a la persona.
Para los que quieren madrugar, hay factores importantes: una organización nacional y un equipo eficiente, volverse una marca de rápido y amplio reconocimiento público, identificar a quienes serán los rivales más adelante, enfrentar a tiempo los argumentos en contra que pudieran surgir, neutralizar los peligrosos cálculos optimistas de campaña.
Esto funciona más o menos igual para una alcaldía del interior y para la Presidencia de la República. Sin embargo no todos los aspirantes tienen ambiciones metódicas. Una idea difundida, con más de un ejemplo para sustentarla, es que el electorado peruano es impredecible y que por lo tanto los resultados tienen mucho de fatalismo.
Contra esa eventualidad en efecto hay poco que se pueda hacer. Pero cuando el suelo está parejo, el candidato previsor siempre tendrá ventaja. La previsión sin duda incluye un acceso a recursos para solventar una campaña larga. No solo dinero. También una propuesta capaz de atraer cuadros y mantenerlos cerca.
Una decisión importante es si participar activamente en el día a día de la política confrontacional es un buen ejercicio para llegar a la meta. Eso es algo que produce publicidad, pero también enemigos. Hay suficientes ejemplos de terceros que se alzan con el triunfo mientras el primero y el segundo se dedicaban a lanzarse piedras.
De los políticos presidenciables mejor ubicados en intención de voto limeña de febrero según la encuesta PUCP-IOP, dos viven fuera y hacen retornos esporádicos al país (su aprobación subió desde el 2006), y el más popular es el que intenta mantener el perfil más bajo. En cambio los dos que hacen el día a día polémico mantienen sus cifras del 2006.
Es una lástima que no haya capacidad encuestal para los espacios electorales menores de todo el país, lo cual obliga a guiarse por la historia: los reelegidos son una pequeña fracción, las chances de ir con agrupación local o partido nacional son 50%-50%, las radios locales son el mejor enchufe electoral con los medios.
No se trata, pues, de una estrategia, sino de detallado plan para ir incrementando las opciones reales. Pero hay pocas historias de este tipo circulando en el ambiente político. Pues la otra idea fatalista que circula es que las elecciones se resuelven en las últimas semanas. Claro que sí. Solo que las que acaban de pasar ya son, siempre, las últimas semanas.