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Mirko Lauer.
El tercer año de gobierno que comienza para Alan García será decisivo para el futuro político del Perú. Ahora es temprano para saber si el gobierno de García ha tenido éxito o ha fracasado. Pero julio del 2009 ya puede ser el momento de ese balance. Pues en esos 12 meses algunas ideas claves que hoy se discuten todos los días, enfrentarán su prueba final. Algunas de las principales ideas: 
1.- Que en el caso peruano los efectos positivos, directos o que flotan en el ambiente, del crecimiento económico pueden ser más fuertes que el resentimiento de las mayorías por la difundida exclusión, y producir alguna forma de gratitud electoral con la derecha. Es decir, que producir dinero en la cúspide social no equivale a arar políticamente en el mar.
Esta idea viene siendo cuestionada en los hechos por la lentitud con que el crecimiento ha estado reduciendo la pobreza, por la impaciencia de las capas medias y altas frente a la pobre administración del Estado (los sectores A/B encuestados simpatizaron con el paro nacional del mes pasado, al 37%), y ahora por la inflación alimentaria que borra parte de lo avanzado en dos años.
La actitud de García frente a este tipo de reacciones críticas ha sido pedir algo de paciencia (a los 100 días reclamó que recién se le juzgara al final de su segundo año) y luego flagelar verbalmente a los impacientes; tratar de inculcarle a la opinión pública ser solidaria con una estrategia de futuro; confiar en el efecto de demostración de lo avanzado.
Pero está claro que algo muy bueno e importante tiene que suceder para que esta estrategia político-pedagógica de García funcione, y que los plazos son cortos. Si ese algo no se produce, la reacción que primero viene a la mente es el giro hacia una izquierda moderada que calme los ánimos nacionales. Pero eso a su vez traería sus propios problemas, y es poco probable que desactivaría la protesta.
2.- Que el capitalismo liberal ha logrado avanzar en las conciencias de los peruanos lo suficiente como para garantizar la neutralización de un candidato izquierdista/nacionalista fuerte en las urnas del 2011, incluso si el candidato rival de la derecha resulta poco carismático. Es decir que hay una conciencia popular de que sus intereses están del lado del actual sistema económico.
Es demostrable que cierto pragmatismo económico se ha establecido entre los peruanos, pero poco más. Lo que no está demostrado es que ese pragmatismo sea una ideología del sacrificio. El capitalismo liberal es políticamente bienvenido cuando abre oportunidades, pero es echado por la borda cuando revela su urdimbre de desigualdad, o de postergación de las gratificaciones.
El mismo país popular que saludó a García por los éxitos de la cumbre ALC-UE en mayo elevando su popularidad luego la derribó en julio con su apoyo al paro nacional del 9 de julio pasado. Lo que tampoco está demostrado es que quienes siguieron el paro lo hayan hecho por una convicción anticapitalista, a pesar del liderazgo comunista ortodoxo de los organizadores.
Acaso mucho más fuertes que las ideas contrarias al capitalismo liberal sean aquellas ideas que sin estar ideológicamente en contra sí lo ven como una suerte de competencia desleal. Es el caso del regionalismo, el ambientalismo y los intereses del vasto capitalismo pequeño e intermedio sin acceso a los mejores negocios.
3.- Que las opciones radicales a la de Hugo Chávez o Evo Morales seguirán básicamente aisladas, como sucede con los 20 congresistas de Ollanta Humala y su Partido Nacionalista Peruano. Es decir, que no se abrirá el espacio para una nueva alianza de centro-izquierda que modifique el panorama.
Es un hecho que los sectores más radicales que poblaron el espectro en el 2006 no han sabido aprovechar su buena fortuna de aquel momento. No hay una propuesta de ese sector que realmente prolongue sus discursos de campaña o los proyecte hacia adelante, y su actividad central se ha vuelto la protesta contra los errores, reales o imputados, del gobierno de García.
Quizás el tercer año de García revele si la ola electoral hacia la izquierda en América Latina ya llegó a morir a la orilla o si va a continuar ganando países (la campaña chilena será uno de los laboratorios). Si las encuestas son alguna medida, la izquierda política en el Perú no ha avanzado desde el 2006, y de pronto hasta ha retrocedido un poco.
¿Será Humala el candidato contestatario del 2011? Su situación es paradójica: su estrella del 2006 se viene apagando a ojos vistas, pero al mismo tiempo no ha aparecido algo remotamente parecido a un rival. Quizás el fin del tercer año de García ya sea el momento para empezar a responder la pregunta sobre Humala.
4.- Que si alguna o todas las nociones anteriores empiezan a ceder terreno, García reaccionará cuidando la ortodoxia económica antes que su popularidad política (no hacerlo fue el pecado de su primera presidencia). O que, en un escenario de resignación a la crisis internacional y local, sabrá encontrar un justo medio y aplicarlo.
García se ha vuelto renuente a los golpes de timón, y es notorio que prefiere prolongar sus políticas iniciales todo lo que ellas puedan dar. Esto se explica en parte porque está transitando territorios desconocidos: crecimiento con impopularidad, aumento simultáneo de las obras públicas y de la protesta.
En otras palabras el García político del 2006-2011 todavía no ha sido puesto realmente a prueba. Ha habido algunos tanteos parciales, como el de su disposición a mantenerse en la derecha frente a los primeros embates de protesta. Pero la protesta puede tener un efecto acumulativo, y llevarlo de vuelta a alguna forma de social-democracia.
Por lo pronto hasta los rivales históricos del Apra desde la derecha se han colocado a la izquierda de García, y es probable que se mantengan allí hasta las próximas elecciones (una manera de enfrentar a Humala o a su reemplazante). Esto también es territorio inédito para García, pero a la vez un fenómeno que le facilitaría una apertura a la izquierda