jueves, 28 de agosto de 2008

Regiones: problema de mañana, desafío de hoy

Columnistas

Mirko Lauer.

Como van las cosas, una de las próximas líneas de creciente confrontación gobierno-protesta va a ser el espacio político de los gobiernos regionales. En la medida en que se han ido perfilando las notorias diferencias entre estos, se va trazando también una suerte de geopolítica de fronteras para adentro. Confundir unas regiones con otras se ha vuelto contraproducente, y peligroso.

El 2009 será el año para ganar y afianzar regiones. No solo porque al año siguiente serán las elecciones regionales y municipales, antesala del 2011, sino porque esos gobiernos se están volviendo claves en la guerra de posiciones entre el gobierno central y la oposición-protesta más radical.

Desde hace buen tiempo la política rebota en Lima, pero no está realmente en Lima.

Los recursos y las limitaciones están desigualmente repartidos por el país. La división entre regiones hoy es variada: las que tienen canon y regalías (i.e. inversiones extractivas) y las que no, las que alojan poblaciones radicalmente opositoras (i.e. altos índices de pobreza) y las que no, las que participan del boom económico y las que no, las que tienen una mínima densidad institucional, y las que no.

En otras palabras, es cada vez más difícil tratar a los espacios regionales como si todos fueran lo mismo. Por razones de eficiencia administrativa y de interés político es importante para todos reconocer lo necesario que es, y lo crucial que se va a ir volviendo en el futuro, la especificidad de las regiones.

No es igual la realidad de Lambayeque, con una gestión eficiente, pro-gobierno, casi sin canon o regalías, pero con una fuerte base agroindustrial en alza, que la realidad de otras regiones con más recursos económicos, más dificultades políticas y más rabia contra el gobierno de lo que pueden administrar.

La Asociación Nacional de Gobiernos Regionales fue una creación útil para aumentar el peso político de sus socios frente a Lima. La fórmula de actuar solo en temas del interés común de todos sus socios ha mantenido a la ANGR bastante al margen de las confrontaciones, y le ha permitido sobrevivir hasta la fecha.

Pero estos buenos modales cívicos no le han servido mucho a la ANGR. Las regiones en momentos de conflicto la ven como un observador indiferente. El Ejecutivo y el Legislativo en Lima la ven como competencia a secas. Los inversionistas tienen sentimientos mixtos frente a autoridades que pueden crear problemas, pero rara vez solucionarlos.

Sin embargo no hay mejor instrumento en el mercado para trabajar en el espacio regional, y le servirá bien a quien le dé la importancia que merece. Lo cual a su vez será el complemento ideal para una aproximación regional caso por caso. Esto vale por igual para el gobierno y para las diversas posiciones opositoras.