Hubo incidentes con la policía en el kilómetro 198 de la Panamericana Sur. Por la noche miles de velas se prendieron en la plaza pisqueña.
Emilio Camacho, enviado especial
y Antuanet Castillo.
En silencio –como correspondía a la fecha– y también a todo volumen –con manifestaciones nutridas y ruidosas–, los pisqueños y chinchanos recordaron a los fallecidos en el terremoto del 15 de agosto del año pasado, y salieron a las calles para exigir al gobierno que cumpla con la reconstrucción de las zonas golpeadas por la tragedia. 



Las protestas fueron pacíficas, aunque no faltaron algunos roces con las fuerzas del orden, sobre todo en Chincha, cuando los manifestantes trataron de bloquear la Panamericana Sur.
La jornada empezó a la medianoche en Pisco, con un anunciado cacerolazo que se prolongó hasta la 1.30 de la madrugada, y terminó por enloquecer a varias mascotas que corrían desorientadas.
Congregados por decenas en su Plaza de Armas, los pisqueños desportillaron a golpes cientos de ollas de aluminio, en protesta por la lentitud del Ejecutivo, y además demostraron que una protesta pacífica es igual de efectiva que cualquier otra manifestación. Para la ocasión, recurrieron a todo lo que tenían a mano. Hubo quienes salieron a protestar a pie, con latas de cerveza vacías en las manos, y otros que sacaron sus mototaxis o sus autos para participar de la caravana.
POLICÍA A LA EXPECTATIVA
Quizá los únicos que permanecieron mudos durante esta primera movilización fueron la veintena de agentes de la Dirección Nacional de Operaciones Especiales de la policía (Diroes) que se pusieron delante del terreno baldío en el que estaba ubicada la iglesia de San Clemente. Fueron ellos quienes sirvieron de inesperada escolta a un grupo de deudos que realizó una vigilia en honor a sus parientes desaparecidos en la catástrofe ocurrida hace un año. Esta ceremonia empezó a la una de la mañana, y se desarrolló al mismo tiempo que el cacerolazo, de manera discreta, pero más emotiva.
En el inventario de protestas realizadas ayer también destaca la realizada por el pueblo de San Clemente. Esta localidad era uno de los puntos críticos en el plan de contingencia que la policía preparó para desactivar posibles disturbios por el primer aniversario del terremoto. La importancia de San Clemente reside en que está ubicada al lado de la Panamericana Sur y al inicio de la carretera Libertadores Wari. Es decir, si sus pobladores se ponen de acuerdo pueden bloquear el acceso de Lima a las regiones de la costa sur, y también a Huancavelica y Ayacucho.
Pese a los temores de la policía, las cosas en San Clemente no se salieron de control. Sus pobladores no marcharon por la Panamericana Sur y solo caminaron por un breve trecho de la Libertadores Wari.
CHICNCHA SE MIVILIZA
Hubo otro factor que convirtió a San Clemente en uno de los objetivos principales de la policía: su cercanía con el puente Huamaní, uno de los tres puentes ubicados entre Chincha y Pisco que recibieron vigilancia especial de las fuerzas del orden. Los otros dos puentes en los que se redobló la seguridad fueron el Canyar y el Cañupay. En estas estructuras se ubicaron contingentes de treinta policías, además de patrulleros y camiones portatropa.
Pero el punto más "caliente" en la estrategia policial fue Chincha. Desde temprano, los camiones rompemanifestaciones, y el personal de la policía montada se desplazaron a esta ciudad. Su preocupación estaba justificada. A las cinco de la mañana, los pobladores de los asentamientos humanos afectados por el sismo empezaron a concentrarse en el distrito de Pueblo Nuevo. Desde allí caminaron hasta el centro de la ciudad y finalmente se trasladaron a la Panamericana Sur, a la altura del kilómetro 198. Para el mediodía, los temores de la policía se hicieron realidad. Un grupo de manifestantes quiso paralizar el tráfico y se sentó en plena Panamericana. Otro grupo lanzó piedras a la policía, por lo cual fue dispersada por la policía montada que arremetió contra ellos.
Tras el choque entre manifestantes y policías, se arrestó a tres personas. Al cierre de esta edición, la policía no había identificado públicamente a los detenidos.
Quien sí dio la cara fue William Sánchez, dirigente del Sutep e integrante de la Coordinadora Político y Social que convocó a la protesta. Pero Sánchez no salió bien parado tras la manifestación. Diversos medios lo acusaron de haber agredido a un reportero de un canal local.
Por la tarde, la calma se había restablecido plenamente en Chincha. Eso no impidió, sin embargo, que un pequeño grupo de manifestantes intentara bloquear de nuevo la Panamericana Sur, a la altura de Chincha Baja. Esta protesta espontánea se inició poco antes de las seis de la tarde y se desdibujó por sí sola cuando los manifestantes exigieron cupos a los choferes para dejarlos pasar. Finalmente, los propios pobladores levantaron el bloqueo, cuando los conductores rechazaron su actitud.
EL PASO LENTO DE PISCO
Mientras las cosas se complicaban en Chincha, la movilización convocada por el Comité Provincial de Lucha de Pisco se realizaba sin contratiempo. Previamente, Teódulo Hernández, presidente de este colectivo, había realizado una exhortación en la Plaza de Armas de Pisco, para que los pobladores se plegaran a su marcha. Su convocatoria tuvo éxito. Más de siete mil personas asistieron a esta protesta, que recorrió céntricas calles de Pisco. También pasó cerca de importantes edificios como el hospital de Essalud, el mercado central y el cementerio, que contó con vigilancia especial de la Diroes.
Hubo una constante que se pudo observar al paso de la movilización convocada por el Comité de Lucha: ninguno de los negocios o instituciones públicas de la ciudad abrió sus puertas para cumplir con el duelo nacional decretado por el gobierno.
Al culminar su marcha, Teódulo Hernández volvió a su punto de partida: la Plaza de Armas de Pisco. Allí, improvisó un discurso en el que reiteró sus críticas al gobierno y al alcalde Juan Mendoza. "Pisco no está en reconstrucción, todo es una mentira, aún seguimos en medio de una emergencia", dijo. Luego, enumeró las 19 demandas del manifiesto que piensa entregar al presidente García para que "se acelere el proceso de reconstrucción". Varios pedidos de su plataforma ya son conocidos, pero otros resultan provocadores. Hernández pide que se incremente la cobertura de los bonos de reconstrucción entregados por el gobierno, y que se desactive Forsur y se cree un organismo autónomo elegido por los pueblos afectados por el sismo.
También reclama para Pisco el 10% de las regalías del gas de Camisea y la expropiación de terrenos baldíos para la implementación de nuevos programas de vivienda. Lo que llama más la atención es que proponga que el gobierno del presidente García firme un convenio con Venezuela, para que este país venda materiales de construcción directamente a los damnificados por el sismo. Esto –dice Hernández– acabaría con la intermediación de la empresa Aceros Arequipa y con el elevado precio de las varillas de fierro, material indispensable en la construcción de nuevas casas.
CLAVES
Desembarcado. Teódulo Hernández dijo que el secretario general de la CGTP, Mario Huamán, le informó que estaba interesado en participar de la movilización de ayer en Pisco.
No fue. Hernández dice que le pidió a Huamán no viajar a Pisco, para evitar que se le diera un "tinte político" a la movilización. "Le pedí que no viniera. Si con eso me gano una enemistad, asumo mi responsabilidad", dijo. Huamán entonces viajó a Ilo.