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Pero sus rivales políticos, salvo Castañeda y Flores Nano, no la pasan bien en sus niveles de aprobación .
Redacción. La República
La popularidad presidencial continúa en descenso. La última encuesta del Instituto de Opinión Pública de la Universidad Católica (IOP) muestra que la aprobación del presidente Alan García pasó de 31% en julio a 30% en agosto. Es decir, perdió un punto porcentual, mientras que la desaprobación al jefe de Estado se incrementó en cuatro puntos al pasar de 62% a 66%. 
Estas nuevas variables han servido para que los técnicos del Instituto del IOP presentaran un nuevo concepto con el que pretenden dar seguimiento a la compleja evolución de la popularidad
del jefe de Estado. Se trata de la cifra de "Evaluación neta de la gestión presidencial". Este valor –que suena a compleja fórmula matemática– no es otra cosa que la diferencia entre la aprobación y la desaprobación del jefe de Estado, y se obtiene mediante una simple resta. La lógica establece que la cifra de evaluación de la gestión del Presidente es positiva cuando la aprobación supera a la desaprobación, y negativa cuando ocurre lo contrario. Pues bien, en agosto la cifra de evaluación de la gestión del presidente Alan García alcanzó su punto más bajo en lo que va del año (-36), y esto no solo se debe al incremento de la desaprobación presidencial, sino a que un número significativo de personas que preferían abstenerse cuando se les preguntaba por la gestión del Presidente, ahora no dudan en descalificarlo.
EL PORQUÉ DE LAS COSAS
¿Por qué las personas que antes preferían no pronunciarse sobre la gestión de Alan García ahora lo hacen con toda libertad? El proceso es complejo, pero tiene varias explicaciones. El sociólogo Carlos Reyna sostiene que la posición crítica de buena parte de los medios ha influido en este viraje, y que este fenómeno habría empezado en julio cuando se decidió la suerte de la Mesa Directiva del Congreso.
"A partir de la última semana de julio los medios, incluso los que parecen más cercanos a Palacio, empezaron a cuestionar duramente al Presidente. En ese momento se hablaba de los favores carcelarios para Fujimori, y de las negociaciones con su bancada para ir juntos a la Mesa Directiva. Ahora, el talante cuestionador continúa, lo único que han cambiado son los temas", dice Reyna, quien sostiene que este consenso fiscalizador en buena parte de los medios ha influido considerablemente en la opinión de la ciudadanía.
"Muchas veces el impacto de los medios en la opinión de las personas es mínimo, pero cuando hay un consenso como el actual en el que todos critican al gobierno, la cosa cambia. Es un fenómeno sencillo: las minorías tienden a alinearse con la opinión de la mayoría", agrega Reyna.
EL INEVITABLE DíA A DÍA
Pero el analista no se queda solo en esta lectura. Hay acontecimientos de las últimas semanas que también han provocado una corriente adversa contra el gobierno: el fenómeno inflacionario que se puede sentir en los mercados y el aniversario del terremoto ocurrido en Pisco.
"El gobierno nos ha bombardeado con avisos que muestran sus supuestos logros en la reconstrucción del sur y en el combate contra la inflación. El problema es que estos temas son tan cercanos a la gente, son temas que viven día a día, que es muy difícil que su propaganda sea efectiva. Es más, al final el efecto es contrario al gobierno. Solo lo hace ver como desconectado de la población", dice el experto.
Finalmente –dice Reyna– hay un tercer factor que ataca la popularidad presidencial: el estilo del presidente Alan García, quien se ha mostrado intolerante frente a los cuestionamientos de la prensa. "Siento que el Presidente ha cometido un grave error de táctica política al reprender en cámaras a un reportero. Eso solo lo hace ver como un hombre soberbio, que no soporta las opiniones diferentes", afirma.
DATOS
En capilla. Los últimos actos de corrupción han vuelto a poner al Congreso a la cabeza de las instituciones que generan más desconfianza entre los limeños. Un 87% de encuestados por el IOP dijo tener poca o ninguna confianza en el Legislativo. La segunda institución que genera desconfianza es el Poder Judicial.
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