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Los resultados de la elección por la Mesa Directiva del Congreso, ganada por el PAP en alianza non sancta con el fujimorismo, minibancadas, tránsfugas y desertores traerá consecuencias. Todo indica que estas serán inmediatas en los grupos que mayores bajas sufrieron, al registrarse lamentables cambios de camiseta a la hora de las definiciones. Nos referimos a la gelatinosa Unión por el Perú y a la desunida Unidad Nacional.
UPP no es ni la sombra de lo que fue la agrupación fundada por el embajador Javier Pérez de Cuéllar –que se ha desligado de ella desde hace años– y una vez lograda su separación del humalismo ha visto generarse en ella dos sectores. El primero es coherentemente opositor; el segundo coquetea y hace seguidismo al PAP, y suele votar con el oficialismo.
Aparentemente, hay un grupo de upepistas que se encuentra harto de esta realidad bifronte, y se ha acercado a la oficialía mayor del Congreso para demandar ser considerado un subgrupo al interior de UPP. Lo encabeza Édgar Reymundo, pasaría a llamarse "Bloque Popular" y estaría integrado por una decena de parlamentarios. Ellos están dispuestos a esperar hasta el Congreso de UPP en octubre para zanjar con el sector proclive al oficialismo. Por ahora, reclaman sanción para José Vega Antonio, quien traicionó el acuerdo de votar por el candidato opositor.
Otro tanto ocurre al interior de UN, que ya sufrió el desgaje de los dos parlamentarios de Renovación Nacional, que apoyan al oficialismo del que su fundador, Rafael Rey, es ministro de Industrias. Ahora se trataría de apartar a los cuatro de Solidaridad Nacional, los cuales siguieron la recomendación del alcalde Castañeda de votar por el PAP. El burgomaestre limeño mantiene un pacto de conveniencia con AGP y eso lo explica.
A pocas horas de producida la votación, el congresista Rafael Yamashiro hizo saber que ella los obliga a revisar la permanencia de SN como integrante de la alianza. El PPC se encuentra interesado en mantener un perfil opositor que al partido de Castañeda le es ajeno por consideraciones objetivas: depende del gobierno central –que le ha girado una partida de millones de soles– para acabar el rosario de obras que ha emprendido en Lima y cuya finalización peligra.