PERU 21
Retos y desafíos para el Gobierno en el año que se inicia. Analistas piden insistir en la lucha contra la pobreza y mejorar la administración de los programas sociales.
Autor: Por Emilio Camacho
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El 2010 es el minuto 60 para los 90 que Alan García empezó a jugar en julio de 2006, y que terminará, inevitablemente extenuado, en 2011. Llega como una alarma para los hinchas, que temen que el Gobierno descuide la estabilidad fiscal, ubicada a la zaga de su escuadra, y se meta un autogol al caer en el dispendio electorero. Pero no es que ya no se le pida nada al Gobierno. Claro que se le exige. Un esfuerzo final, el último remate cruzado, no la gran reforma que debió emprender desde 2006, pero sí gestos en capacidad de gestión y materia de lucha contra la pobreza.
Esta es la conclusión de cuatro analistas, bastante lejanos a la barra brava aprista, que han elaborado una suerte de hoja de ruta que el Gobierno podría seguir este año.
EDUCACI”N Y SALUD. Para el periodista y sociólogo Santiago Pedraglio, insistir en la reducción de la brecha de desigualdad debe ser la prioridad del Gobierno este año. Su receta es simple y tiene tres componentes: educación (con la ampliación de la matrícula en educación superior e inicial), salud (con la mejora del programa de aseguramiento universal) y saneamiento (con mayor cobertura de agua y desagüe en zonas rurales).
Hugo Santa María, de Apoyo Consultoría, coincide con Pedraglio. Piensa que reducir la pobreza es la tarea principal en 2010, pero también advierte que la capacidad del Ejecutivo para administrar los programas sociales que se aplican en zonas rurales se ha reducido. Es decir, señala una meta y un desafío: fortalecer los programas asistenciales con mayor capacidad de gestión. “El Estado gasta insuficientemente, prioriza mal. Se ve en las obras públicas, todas terminan costando más de lo que deberían haber costado. Los programas sociales también han decaído por problema de alcance y focalización”. ¿Cómo se soluciona eso? “Mejorando la gestión de recursos humanos”, dice Santa María, al tiempo que deja una nueva interrogante: ¿Y cómo se mejora la capacidad de los funcionarios del Ejecutivo? Para el economista, un buen inicio sería la derogatoria de la ley que promulgó el mandatario, con la cual se puso topes a los sueldos de los empleados públicos. “Que el presidente se arrepienta y reconozca su error. Eso sería parte de la herencia que dejaría”, insiste.
Atacar la pobreza con mayor capacidad de gestión, y en el escaso tiempo que le queda a García y a sus ministros. Ese es el resumen de lo propuesto por Pedraglio y Santa María. Señalar los obstáculos, el estado real de la cancha, es tarea del periodista Víctor Andrés Ponce.
ELECCIONES, UNA TENTACIÓN. Dejar de ejecutar el 30% del gasto de inversión, en un país pobre, es imperdonable para Ponce, quien también protesta por la “escalera” de trabas burocráticas que impiden que los sectores privados se movilicen para hacer obras en las zonas pobres. “A estas alturas solo queda que el presidente se ponga a la cabeza de un programa que priorice la inclusión”, sostiene.
Claro que este consejo, según el analista, no se puede poner en práctica descuidando la estabilidad fiscal. La cosa es bastante sencilla. Cualquier esfuerzo que haga el mandatario para combatir la pobreza puede ser interpretado como una movida electoral si no hay transparencia en el manejo económico. Corresponde a la sociedad civil (según Ponce), y a la oposición y a la prensa (según Pedraglio) estar pendientes de las movidas del Ejecutivo para que no caiga en el dispendio, con el pretexto del trabajo a favor de los excluidos.
La reacción del Gobierno –dice Ponce– de frenar el intento del Congreso de generar más gasto con el bono para las Fuerzas Armadas es positiva. La nota pesimista la pone el sociólogo Carlos Basombrío, quien sostiene que la salida del ministro de Economía, de una de sus viceministras y del jefe de la Sunat pone en evidencia que existe malestar entre los tecnócratas respecto de lo que podría venir. La desconfianza es justificada. Los fanáticos, desde la tribuna, ya pueden encomendarse a todos sus santos peloteros.